Con estas palabras inicia James Rhodes su ya famoso libro autobiográfico Instrumental, Memorias de música, medicina y locura. Está editado por Blackie Books (Barcelona), con todo lo que ello significa: una edición cuidada al máximo, con sabor añejo y que te da ganas de tirar por la ventana ese pedazo de plástico que es el Kindle.
Todo lo que rodea al autor y al libro está tan cargado de sensacionalismo que puede provocar cierta reticencia a que después el libro sea un bodrio: violado a los seis años, internado en varios psiquiátricos, drogadicto, con cinco intentos de suicidio… y que hoy sigue vivo gracias a la música clásica. Uf, si odias Telecinco seguro que habrán saltado ya todas las alarmas. Pero no, resulta ser un magnífico libro.
La vida de James Rhodes es de esas que estremece y él la cuenta de una forma cruda y visceral a más no poder. Si hablamos en términos de horas, minutos y segundos, Rhodes tiene mi edad, pero por la intensidad y la dureza de lo vivido, da la sensación de que ya ha vivido tres o cuatro vidas.
El libro se puede dividir en tres partes, aunque no de forma lineal. Una parte es la que habla de su vida, la más espeluznante; otra parte es la que habla de la música clásica, su industria y todo lo que conlleva (a partir del capítulo quince sobre todo); y por último, están los comentarios que hace de veinte piezas de música clásica y que sitúa al inicio de cada capítulo.
Cuando James Rhodes relata su vida, se despelota completamente. Habla abiertamente de las violaciones sufridas durante cinco años y de como esos hechos han marcado toda su vida: autolesiones, adicción a las drogas y al alcohol, cirugía reparadora, trastorno obsesivo-compulsivo, anorexia, alucinaciones, incapacidad de mantener relaciones funcionales, confusión y vergüenza asociadas al sexo… un descenso a los infiernos en caída libre que narra sin pelos en la lengua y con un lenguaje claro, sin florituras ni exquisiteces verbales: “me escondía y pasaba incontables horas en una cabina cerrada de los aseos mientras sangraba o cagaba o follaba y mamaba” (al pan, pan y al vino, vino). Poco a poco el autor nos sumerge en una atmósfera claustrofóbica donde cada vez que sale del hoyo, vuelve a caer. Y cuando ya estás pensando que no puede haber un tipo tan desgraciado sobre la faz de la tierra, llega la salvación, y sí, es el gran Johann Sebastian Bach, es la música clásica, es el “puto Bach” que diría él. Rhodes se convierte en un raro espécimen dentro de la música clásica, un tipo que con cuarenta tacos es concertista de piano internacional sin haber visto un piano durante diez años de su vida y con profesores solo de forma esporádica. Un pianista con pinta de popero indie que se cuela a tocar música clásica en lugares como el Sónar (festival de música eléctronica y experimental de Barcelona), sin tocar fusiones ni mandangas, solo Bach, Beethoven o Chopin en estado puro y sin cortar.
Y entramos de cabeza en esa parte del libro donde habla de su amor a la música clásica y reparte hostias a diestro y siniestro: a intérpretes, gerentes de salas, agencias, discográficas, críticos, televisiones… todo un conglomerado de gente e instituciones que han creado un gueto elitista alrededor de la música clásica y que no piensan mover un dedo para que esta llegue a las clases populares. Estoy totalmente de acuerdo con el análisis que hace y me jode que esto sea así también en nuestro país, donde la música clásica está enfrascada en una cadena de RNE con programas infumables, en entradas de 200 pavos del Liceu de Barcelona y bajo mínimos en las aulas por los recortes.
Lo de James Rhodes es pasión, de la de verdad, de la buena. Leedlo, mirad como habla de la música, disfrutad de esas introducciones de los capítulos con los comentarios de piezas como la sinfonía Júpiter de Mozart o el concierto Emperador de Beethoven… y de cómo Bach le salvó la vida.
Instrumental, memorias de música, medicina y locura
Autor: James Rhodes
Editorial: Blackie Books
Año: 2015
280 páginas
Tamaño: 14,5 x 22 cm
LA MUSICA EL ALIMENTO DEL ESPIRITU