La culpa de que periódicamente os pegue el tostón escribiendo en este blog probablemente es de la escuela de artes y oficios de Alcoi (Alicante), lugar donde decidí ahogar mi futuro como ejecutivo de una gran empresa por el de dibujante, sin más. Bueno, la verdad es que en aquel momento solo había estudiado administrativo en la FP, pero nunca se sabe ¿eh? Una de las cosas que recuerdo con fuerza fueron las clases de dibujo al natural, con un modelo que, ayudándose de una cuerda, iba tensando sus músculos dándonos una clase magistral de anatomía en riguroso directo. Recuerdo que hacíamos colecta entre la gente de clase, a cien pesetas cada uno, para que aquel hombre canijo y flacucho de sesenta y pico años se despelotara una vez a la semana en el centro de la clase y empezara su singular “danza de la cuerda”. Contado así no suena muy excitante, lo sé, pero lo era. Esa clase era un pequeño ritual que discurría en silencio y extrema concentración; y ese viejete era un puto crack.
Algo debe tener esa forma de enfrentarse al dibujo que cautivó al mismísimo Mark Rothko (1903-1970). Corría el año 1923, más o menos, cuando Rothko presenciaba una clase en el Art Students League de Nueva York: “Todos los estudiantes estaban realizando un bosquejo de una modelo desnuda, y en ese momento decidí que esa era la vida para mí” (Mark Rothko, A biography, James E. B. Breslin).
Rothko es el artista más conocido de los pintores colour field (pintores de campo de color), dentro de un movimiento mayor que fue el expresionismo abstracto norteamericano, donde Pollock fue probablemente el máximo referente. Los greatest hits de Rothko los podríamos definir como rectángulos monocromos horizontales con los bordes desgastados que se funden en otros rectángulos de color. Un estilo de pinturas que comenzó en 1949 y repitió incansablemente hasta su muerte. Algo que muchos solo verán como manchurrones de color o simplemente como una tomadura de pelo, pero que para Rothko tenía un significado mucho más trascendental. Para él sus pinturas tenían un trasfondo espiritual, humano, religioso, dramático… Utilizaba grandes formatos para absorber a quien se pusiera delante de ellas, creando un espacio de intimidad. Protegía su creación con el recelo del que posee algo sagrado, negándose a exponer junto a otros artistas o en espacios que consideraba no adecuados, como el restaurante Four Seasons de Nueva York.
Hacia el final de su vida, recibió un curioso encargo. Una pareja de coleccionistas iba a construir una capilla aconfesional en Houston donde la única decoración serían sus lienzos. Rothko hizo catorce enormes pinturas, lúgubres, melancólicas y casi monocromas. Estaban en la línea trágica y triste en la que se encontraba él mismo en esa época, borracho, abrumado por la fama y el dinero, enfermo y paranoico, lo que le llevó a suicidarse en 1970, un año antes de que se inaugurara la capilla que lleva su nombre: Rothko Chapel.
Hace unos años pude disfrutar de una pequeña sala llena de “Rothkos” en la Tate Modern de Londres. En aquel momento aún no conocía casi nada sobre él, podría decir que entré virgen y sin audioguía. Y creo que fue lo mejor que me pudo pasar: experimentar por mí mismo la conmovedora atmósfera que crean los cuadros de Rothko, fuertemente espiritual y primitiva.
Siempre defiendo que para disfrutar el arte hay que conocerlo, pero ojo, no me refiero solo a la teoría, a la parte intelectual, hay que experimentarlo también. Rothko es difícil abordarlo únicamente desde el coco, es mejor desde las entrañas. En este caso, me viene al pelo citar a un maestro zen que después de una meditación y fruto de nuestras preguntas, muchas basadas en libros que estábamos leyendo, dijo: “Dejad ya de leer libros, simplemente practicad”… le faltó decir: “¡coño!”
Bueno
Gracias!
Voy a hacer una pregunta ¿si yo hago estas mierdas gano mucho dinero?
Hola Carlos, probablemente tú ni con estas mierdas llegarías a final de mes.
Perdona mi atrevimiento, pero te aconsejaría trabajos más acordes a tu capacidad intelectual…
Tampoco te hace falta mucho dinero, con que te llegue para una buena tele (bien grande) y el pack de fútbol de Movistar, creo que vas a ser muy feliz.
Un saludo.
A mí me flipa Rothko. Podría decir que es de mis pintores preferidos. Y es que solo el COLOR puede transmitir tanto! Yo creo que explicarlo es difícil, hay que vivirlo y verlo en directo.
Y no sé cómo he acabado leyendo esto que escribiste hace 5 años, pero gracias.
Un saludo
Sí que hace tiempo, jajaja!
Pues me alegro de que hayas caído por aquí… Sí, Rothko gana mucho en directo ; )
Un abrazo!